LOS JJOO Y LA PARTICIPACIÓN ARGENTINA
(Capítulo IV)
LOS
ÁNGELES 1932
Los Juegos Olímpicos se realizaron por segunda
vez en Estados Unidos. Fue la participación de atletas más baja desde 1904
debido a la depresión económica de 1929. Estados Unidos fue la delegación más
laureada con 44 medallas de oro. El nivel de la competencia fue elevado: se superaron
18 récords mundiales.
Por primera vez, los atletas masculinos se
alojaron en una villa olímpica, mientras las mujeres lo hicieron en hoteles de
lujo. Es el primer Juego Olímpico que transcurre en 16 días. Hasta ese momento,
el más breve había durado 79. En Los Ángeles intervinieron 1.408 atletas (1281
hombres y 127 mujeres) de 37 países que se mezclaron 117 eventos.
Fueron solamente 36 argentinos: un número bajo
comparado con las dos presentaciones anteriores. Compiten en atletismo, boxeo,
esgrima, natación, pesas y tiro. Como no podía ser de otra manera, el boxeo
aportó la mayor cantidad de medallas: dos de oro y una de plata. Las primeras,
conseguidas por Santiago Lovell en la categoría pesado y Carmelo Robledo en
pluma. En tanto, la de plata fue obtenida por Amado Azar en mediano. Lovell
había sido vendedor de diarios y, más de una vez, tuvo que defender su puesto a
las trompadas. Por eso lo apodaron el
Terror de Dock Sud. Antes de partir
manifestó que traería la medalla de oro y así lo hizo: venció por puntos al
italiano Luigi Rovati en el combate decisivo y cumplió su vaticinio.
En tanto, Carmelo Robredo también había sido
repartidor de diarios en su infancia, en la esquina de la Avenida Córdoba y
Rodríguez Peña. Allí, en la calle, aprendió a boxear a los doce años. La
experiencia de haber sido olímpico en Ámsterdam 1928 fue fundamental, puesto
que en Los Ángeles boxeó con suma tranquilidad. En tres días sucesivos realizó
tres combates con tres claras victorias. La pelea por el oro fue ante el alemán
Josef Schleinkofer. Pero el transporte que debía llevarlo desde la Villa
Olímpica hasta el estadio, no llegaba. Por suerte para él, el cocinero de la
delegación nacional era un argentino radicado en Los Ángeles y se ofreció a
llevarlo en su auto particular. Finalmente, pudo llegar a tiempo y derrotar a
Schleinkofer por puntos sin dejar dudas, ante un rival que lo superaba
físicamente.
Una de las hazañas más grandes del deporte
argentino sucedió en 1932. Ganar el maratón es solo para unos pocos. Es la
prueba símbolo de los Juegos Olímpicos, y el rosarino Juan Carlos Zabala, el Ñandú criollo, se dio el gusto de
conquistarla en suelo estadounidense. Huérfano desde los seis años, se había
criado en un orfanato de Marcos Paz, donde comenzó a destacarse en atletismo.
Para viajar a los Juegos, el por entonces presidente Juan P. Justo ordenó
personalmente entregarle un documento nuevo, ya que Zabala tenía diecinueve
años y no la edad mínima (veinte) para participar. A la hora de la largada de
aquel inolvidable 7 de agosto, Paavo Nurmi, el finlandés volador, se le acercó y le dijo que si corría con la
cabeza, iba a ganar. Zabala salió primero del estadio repleto con 75 mil
espectadores. A cuatro kilómetros de la meta recuperó el liderazgo, y no lo
soltó más. Tras 2 horas, 31 minutos y 36 segundos, el joven con el número 12 en
la espalda y una “A” en el pecho de su camiseta de algodón blanca con una
franja celeste, cruzó la meta y estableció un nuevo récord olímpico. Juan
Carlos Zabala ponía los colores argentinos en la cima olímpica y rendía culto
al esfuerzo del deporte amateur.
o MEDALLA DE ORO - Atletismo -
Maratón (Juan Carlos Zabala)
o MEDALLA DE ORO - Boxeo - 57kg
(Carmelo Robledo)
o MEDALLA DE ORO - Boxeo - Peso
pesado (Alberto Lovell)
o MEDALLA DE PLATA - Boxeo - 72kg
(Amado Azar)
No hay comentarios:
Publicar un comentario