Para todo
simpatizante riverplatense es El Beto. No hay otra forma de
referirse a Norberto Alonso en el barrio de Nuñez, su barrio. Para quienes lo
vieron jugar, se deleitaron con sus gambetas, se regocijaron con sus
asistencias y gritaron sus goles, no hay hombre que rinda más culto de haber
vestido la casaca milllonaria y del
que se sientan más orgullosos que del Beto. Ese que nació y murió jugando en River. Ese que dio la vuelta olímpica en
la cancha de Boca. Ese que jugaba bien los Superclásicos. Ese que hizo goles
históricos y se besaba la banda roja festejando con su hinchada. Simplemente El
Beto.
Foto: Alejandro Lipszyc |
¿Qué pensabas cuando eras chico y escuchabas un
River-Boca?
Lo escuchaba por
radio, pero no pensaba nunca que podía ser jugador. Vivía jugando en los
potreros y lo único que me importaba era estar jugando con mis amigos hasta los
9 años, que fue cuando entre a las inferiores de River. Nunca pensé en que iba
a ser protagonista.
Ya en inferiores, ¿pensabas que ibas a llegar a Primera y
jugar un Superclásico?
Nunca, porque de
chico no pensaba en nada más que en divertirme y jugar bien. Si iba a tener la
oportunidad de ser protagonista no se me cruzaba por la cabeza.
¿Cómo fue tu primer Superclásico en Primera División?
Tenía 18 años, fue
cuando jugamos todos pibes contra Boca en cancha de Racing (Nacional 1971). Me
quedó muy marcado porque era muy joven, fue mi primer River-Boca y ganamos. Estaba
tranquilo, porque siempre jugaba como si estuviese en el potrero. No sentí esa
presión que se dice.
¿Qué significado especial tenía jugar un River-Boca?
El hecho de
jugar bien un Superclásico es donde uno se empieza a sentir un poco protagonista.
Como el partido que recién recordaba donde ganamos 3-1 en cancha de Racing. Yo no
era un goleador de raza, simplemente hacía jugar al equipo. Siempre digo que
hacer convertir un gol a un compañero o marcarlo uno mismo es lo mismo. Para mi
tenía el mismo gusto. Disfrutaba desarrollar la jugada, organizar la ofensiva y
sabía cómo dejarle el gol servido a un compañero.
Es el partido
que todos soñamos, el que uno más quería jugar. Nosotros teníamos una gran
ventaja sobre el resto: veníamos de inferiores. Y el que juega River-Boca desde
chico ya sabe cómo jugarlo.
Es el encuentro
que sí te tenes que tirar de cabeza a una pelota no lo dudas. Irme a mi casa
sin haber ganado el Superclásico para mí era un dolor inmenso.
¿Y qué te pasaba cuando perdías?
Esa noche no
dormía. Repetía en mi cabeza todas las jugadas y lo que hubiese cambiado. La
cabeza me funcionaba como un reloj: no paraba nunca. Así hasta el martes que
volvía a los entrenamientos.
¿Cómo fue la previa al famoso partido de la vuelta
olímpica en La Bombonera?
El sábado había
llegado un telegrama al club que lo recibió el presidente (Santilli) y dijo que
por precaución no íbamos a dar la vuelta olímpica. Entonces hicimos una reunión
en la habitación del Cabezón Ruggeri,
donde cada uno manifestó lo que iba hacer en la salida. Yo dije que me iban a
sacar muerto, pero que en la cancha de Boca iba a dar la vuelta olímpica. La
veníamos dando en todos lados, ¿cómo no la íbamos a dar en La Boca? Cuando
llegamos al estadio, nos tiraron una barra de hielo sobre el micro como para
intimidarnos pero no pasó nada. Así que salimos y dimos la vuelta olímpica
(sonríe). Son lindas historias, esa
quedó grabada en la memoria de la gente. Hice los dos goles y fue la tarde
soñada para todos nosotros, los hinchas de River (Campeonato 1985/86).
¿Fue tu mejor Superclásico?
No, hubo otros. Ese
es el más recordado por la vuelta y la historia de la pelota naranja. Pero tuve
mejores partidos. Recuerdo un 2-1 en cancha de Boca que hice un gol de tiro libre
y el otro fue de Carlos Morete (Metropolitano 1975).
¿Sentiste que la cancha se venía abajo en algún partido?
En La Bombonera con
los hinchas de River que se fanatizaban más cuando visitaban La Boca, que es el
partido que quiere ganar y más esperan. Todos los clásicos sentías la multitud.
Pero bueno, el de la vuelta olímpica fue sensacional y también el que jugué por
primera vez en cancha de Racing. Pero en
los Superclásicos mucho no se pueden medir, porque la cancha siempre se viene
abajo en un River-Boca. Hasta en el partido más malo, el hincha siempre
alienta y espera que el partido no se pierda.
¿Cuál es tu podio de goles contra Boca?
El de tiro libre
en La Bombonera (Metropolitano 1975) , el cabezazo con la pelota naranja
(Campeonato 1985/86) y otro de cabeza en un partido que ganamos 4-1 en El
Monumental que Boca jugó con los pibes (Metropolitano 1984, ese día Alonso hizo
dos goles).
¿Qué te pedía el hincha de River?
En la semana previa
venía y me decía: “Beto este es el partido”. Igual ya sabíamos lo que pedía el
hincha, porque era lo mismo que pretendíamos nosotros que la mayoría éramos
hinchas del club. Sabíamos perfectamente lo que teníamos que hacer dentro de la
cancha.
¿Cuándo te diste cuenta que eras parte importante de la
historia de River?
Ahora, cuando voy
al museo y veo que la gente recuerda la época en la que jugué. Hoy lo disfruto
más que antes. Con el paso del tiempo uno va mirando lo que hizo en la historia
del club.
¿Cuál fue tu mejor socio?
Juan José López,
fue un jugador con el que nos entendíamos a la perfección. Y después teníamos
los goleadores que de repente se la tirábamos con un efecto a uno, con un
efecto a otro para dejarlos en posición de gol. En esa época a Carlos Morete. Y
después tuve la suerte de entenderme bien con jugadores como el Bufalo Funes, Alzamendi, Luque, y Pinino Más.
¿Cuál fue el partido que más sufriste dentro de la cancha?
Una tarde en cancha
de Boca que perdimos 5-2 (Metropolitano 1974). Ese partido sufrí mucho. Fue una
mala tarde que también uno se acuerda. Lo que pasa es que como tuve tantas
buenas, esa tarde pasa desapercibida. Hubo más clásicos en los que disfruté que
en los que me fui mal.
¿Y el que más disfrutaste?
Un 3-1 en El
Monumental, que no hice goles pero tuve una tarde brillante y disfruté
muchísimo el partido. Participé en todas las jugadas de gol. Goles de Luqué y
el Nene Comisso.
¿Qué significa Boca para vos?
Foto: Alejandro Lipszyc |
¿Qué relación tenes con el hincha de Boca?
En la calle me
demuestran mucho cariño y admiración.
Conozco fanáticos de Boca que me felicitan por cómo jugaba, porque
también les gusta el buen fútbol a los de Boca.
¿Dónde quedó la pelota naranja?
La original está en
River. Pero la réplica que me dieron está acá en Olegario, el restaurant de mi amigo Fabián Suárez. Porque una tarde
fuimos al club para mostrársela al público.
Y decidí ponerla acá porque es el lugar donde me reúno a comer con
amigos y porque me la pidió mi amigo. Porque hay una amistad y acá viene mucha
gente de River.
¿Qué significado tuvo en tu vida hacerle un gol a Boca
con la camiseta de River?
Es algo muy
fuerte, cuando convertís no sabes para donde salir despedido a gritarlo. Esa
famosa tarde en La Bombonera quería abrazar a todos los hinchas de River que
habían ido a la cancha. Abrazarlos uno por uno. Eso te genera: algo que te hace
poner loco y subir al alambrado para gritarlo con el corazón con toda la gente. Hacerle un gol a
Boca se disfrutaba más que cualquier otro gol. Es casi como otro título. Es que
es el partido que espera todo el mundo desde que se sortea el torneo.
@JonyFabbian // jonatanfabbian@mundialdefondo.com
Entrevista publicada en ESPN MAGAZINE (Agosto 2013) |
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