EL VERDADERO "THE BEST" EN LONDRES
LONDRES.- Ni bien pisó suelo británico, Maradona tuvo un cálido recibimiento en el mismísimo Wembley: una soleada tarde dominguera que derivó en un aplauso unánime de los ingleses futboleros. A 31 años del Mundial 1986, con ese tópico, recibió la camiseta del Tottenham con su nombre y fue alabado justamente por aquellos hinchas de los que fue verdugo, tras humillar futbolísticamente a una poderosa Inglaterra en esa Copa del Mundo. La imagen de Diego al fútbol trasciende todo tipo de fronteras y rivalidad.
Con su presencia salió el sol en una Londres en la que no abunda el brillo durante el día. Así sucedió en la gala de la FIFA, donde fue actor protagónico en la lujosa ceremonia de los premios “The Best” en el Teatro Palladium. Los años pasan, pero es endiosado en el ambiente del fútbol como si aún derribara jugadores como postes para hacer el mejor gol de la historia en el próximo mundial.
Diego Armando Maradona significa fútbol. No distingue pasado, presente ni futuro. Siempre es fútbol. Nada más, ni nada menos. Entonces revoluciona con su presencia al caminar por la roja alfombra del ingreso, tanto como gambeteando en el verde césped.
“No lo juzgamos por lo que hace con su vida, lo amamos por lo que hizo con la nuestra”, reza una frase que replicamos muchos argentinos. Eso se traslada a todo el mundo de la pelota. Lo adoran por haberlo disfrutado tanto con el balón en sus pies. “Diego con la pala é un astronauta”, pregonan en italiano.
Previo al show, sesión de fotos FIFA y luego una hora en un salón exclusivo para estrellas del fútbol y acompañantes. Figuras del nivel de Iniesta, Sergio Ramos, Marcelo, Luka Modrić, Tony Kross, Cafú, Zanetti, Cambiasso, Carlo Ancelloti y Massimiliano Allegri entre tantos. Celebridades de pie con alguna copa en la mano, que hacen una pausa para adularlo cuando lo ven pasar.
Había que salir para el auditorio. Diego ansioso por ver a Lio para darle un abrazo. “A Messi lo quiero mucho, todo lo que dicen es cuento… nadie lloró como él cuando quedamos afuera en Sudáfrica”, se le escuchó más de una vez.
Así como lo fue en la cancha, no hay lugar en el que a Diego Armando se lo note más feliz que hablando y rodeado de fútbol. “Los jugadores se metieron en esa situación en las eliminatorias y lo tenían que resolver los mismos jugadores”, suelta al hablar de la Selección Argentina con el orgullo del último resultado victorioso a flor de piel.
Se siente como pez en el agua… en realidad como Diego en la cancha. También al cruzarse viejos conocidos de la pelota. Se ríe y tira frases con pimienta maradoniana. “Dale, dale… que vos primero ibas a la rodilla y después a la pelota”, comenta en italiano en un cómico diálogo con Ancelloti y Allegri que lo frenaron por una foto. Luego, una catarata de chicanas que disfrutamos los testigos privilegiados. Lo saludan y le tocan la cabeza como a un familiar.
Ya en el interior de la gala, a escasos minutos que arranque la premiación, aparece Messi y se da ese encuentro afectuoso que recorrió el mundo. Un choque de astros, como una bendición futbolera.
O fenómeno Ronaldo, campeón mundial y figura con Brasil, le comenta ya arriba del escenario: “Cómo me hubiese gustado jugar contigo Diego… ¡Madre mía!”. “¿Y a mí?”, devuelve Diego la pared antes de anunciar a Cristiano como The Best.
Idolatrado por ingleses. Idolatrado por brasileños. Idolatrado por todos los que lo vieron con la redonda. Para el mundo del fútbol Maradona es The Best.
@JonyFabbian